- ¡Quizás! - dijo Rowan en tono burlón - Tal vez lo hizo. O no. Y no me importa. Me alegro de que Ernest esté muerto. Y que ni siquiera haya tenido que tomar cartas en el asunto.
Sacudí la cabeza, aún aturdida. ¡No era posible que Rose nos hubiera engañado durante tanto tiempo!
- ¿Te das cuenta ahora de que tu padre nunca fue un santo?
Sí, tenía razón. ¿En qué era Rose mucho mejor que mi padre? Ambos aceptaron dinero a cambio de provocar un accidente, sabiendo que sin duda provocaría muertes. Pero Rose era peor, porque cuando supo que mi padre diría la verdad, decidió que rompería con él, para no verse involucrada en la situación y pagar por lo que había hecho.
No sabía si saldría con vida. Pero si conseguía librarme de Rowan, jamás les contaría a Rita e Isabelle de lo que era capaz su madre. No se merecían sufrir lo que yo estaba sufriendo en ese momento. De hecho, sería aún más doloroso para ellas, porque Rose era su madre, la mujer que las dio a luz.
- ¿Tú... ¿Mataste a Ingrid?
- I