- Tal vez me quede... Si dices una vez más que me amas... ¡Y confiesa cómo sería si yo muriera!
- ¡No sé cómo viviría sin ti, idiota! - Le abracé con fuerza y él gimió.
- ¿Intentas matarme? - Sonrió pasándome la mano por el pelo.
- ¡Gabe, nunca volveré a dejarte, lo juro!
- Hmm... ¿Significa esto que puedo llamar a acompañantes de lujo a la casa del lago?
- ¡Por supuesto, el amor! - Le besuqueé la mejilla - ¡Mientras pueda aguantar a los chicos del sexo disco!
- ¡Qué fastidio! Pensé que podía hacer cualquier cosa y que te quedarías conmigo.
- ¡Qué gracioso!
- ¿Qué ha pasado? - Se tocó la cabeza, con cara de duda.
- Has tenido un accidente.
- ¡Jorel! - trató de levantarse, haciendo que todos los aparatos emitieran un pitido, y las enfermeras entraron rápidamente en la habitación.
- Sr. Clifford... Llame a su médico. - Ordenó una de las mujeres.
- Estoy bien... - me aseguró - Jorel... ¿Cómo está?
- Jorel está bien... Ni siquiera fue hospitalizado. - Traté de calmarlo.
El médico no tardó