- Tengo la impresión de que ya hemos tenido esta conversación -sonrió y me miró-. Y le dije que sabía muy poco, porque Gabe y yo nos llevamos casi ocho años de diferencia de edad. Ni siquiera recuerdo la cara de Mónica.
- No fue culpa de mi padre.
- Por supuesto que no. Gabe estaba detrás del volante. Pero es demasiado hijo de puta para hacerse cargo de esto. De hecho, ni siquiera sé si le culpo tanto, ya que fue educado para ser un "ser supremo", por encima del bien y del mal - puso una voz graciosa al final, sin conseguir hacerme reír.
Si fuera de otra manera, me reiría. Pero joder, sentía como si mi corazón se rompiera en mil pedazos y todo lo que decía Jorel era para pisotearlo aún más.
Mi intención era que Gabe volviera y perdonara a mi padre, porque juro que sentía que sentía algo por mí, aunque nunca se me pasó por la cabeza que pudiera ser algo parecido al amor. Simplemente no esperaba que renunciara tan rápido al "amor" que decía sentir por mí.
Jugué con las cartas que tenía.