- ¿Por qué no quieres decirme lo que pasó? - le preguntó.
- ¿De verdad quieres saber, Luciano? ¿Porque?
- Curiosidad. – dijo con una sonrisa enigmática.
- Pues entonces vámonos... Jonathan está de regreso, pero no sabe por cuánto tiempo. ¿Y adivina qué? Vino acompañado. Sí... Traje a una chica australiana... Amiga... Solo amiga. dije irónicamente.
- ¿Y eso te dolió?
"En cierto modo, sí…" dije sinceramente.
- ¿Tú...? ¿Resolviste la situación?
- No... No sé si lo resolveremos algún día, ¿sabes?
- ¿Le explicaste lo que pasó la noche que te persiguió?
Lo miré, quien no tenía ningún sentimiento aparente en sus palabras o expresiones.
- ¿Hubo una explicación? Yo pregunté.
Me miró y respondió:
- No sé... Tú me dices.
- Yo... bebí demasiado en la fiesta. - Me desvié. - Me sentí terrible entre mis amigos. No esperaba eso. Parece que sin Helena a mi lado nada tiene tanto sentido.
- ¿Cómo bebiste?
- Bebí hasta que no respondí a mi propio cuerpo, ¿sabes?
- ¿Porque hizo eso?
- Porque soy un cobard