[DANIEL]
—Yo no soy Ángel —susurro a un centímetro de su boca.
Me mira confundida y dolida. Antes de que me sienta culpable, me levanto, dejándola caer en el sofá.
La escucho hablar, pero las niñas entran y me salvan.
La abrazan fuerte. Eso… eso me toca algo por dentro.
La adoran.
Para mi desgracia, yo también.
Ella les explica —con dificultad— que Sam irá por ellas hoy.
Al ver la desilusión en sus ojos, siento un nudo en el pecho.
Quisiera ahorrarles ese dolor.
—Vamos, niñas, al auto —les digo. Obedecen.
—¿Vas para el hospital? —pregunta Dana, nerviosa.
¿A dónde más, si no? Me limito a una mirada obvia.
—¿Me puedes llevar?
Niego.
—Te di un auto —respondo.
—Lo dices como si me lo hubieras regalado.
Sin mirarla, contesto:
—Haz lo que quieras con él. Quémalo si quieres. No me importa.
Camino hacia la puerta.
No puedo quedarme aquí más tiempo.
Necesito alejarme.
Ella sigue pensando en su novio muerto. Yo no tengo nada que hacer aquí.
—Me voy —digo, y agrego sin mirarla—: Haz lo que qui