Marina
—Hay unas manadas que simplemente tenemos que visitar, Su Majestad. Sería un gran honor para ellas que usted las favorezca con su presencia —dijo Fabrizio, y Alaric arrugó la cara. Odiaba salir, además ahora eso significaba peligro, pero el consejero del rey tenía razón.
—Hay unas que creemo