Jasmine cerró los ojos al recostarse, vencida por el mareo. Un calor inusual inundaba la habitación mientras su corazón galopaba sin control. '¿Estaré trabajando demasiado?', se preguntó.
Una leve sonrisa iluminó su rostro al pensar en Álex. 'Quizás esta sea la excusa perfecta para comunicarme con él'. Así que tomó su celular y marcó su número.
"Álex, necesito tu ayuda", murmuró con voz débil.
"¿Jasmine? ¿Qué te pasa?", respondió Álex desde el helicóptero que lo llevaba de vuelta a Vancouver. Había salido del pueblo minero, pero todavía necesitaba revisar al anciano en las instalaciones centrales de Kingswell.
"Me empecé a sentir mal de repente", confesó ella. "Todo me da vueltas y mi cuerpo está... raro. Siento como fuego por dentro, y apenas puedo respirar".
Álex frunció el ceño, procesando la información a toda velocidad. "¿Te pasó de golpe? ¿Comiste o tomaste algo raro?"
Ella observó la taza de café medio vacía sobre su escritorio. "Solo tomé café, pero tenía un sabor extraño, dist