En Heaven Hall, una sola palabra: ‘Ejecutar’, convirtió la sala en un cementerio. Una repentina y escalofriante cacofonía de cristales rotos y cuerpos golpeando el suelo resonó por la habitación. En un instante, todos los hombres de los Walker, excepto Calvin, colapsaron, cada uno derribado por un solo disparo preciso.
Treinta vidas fueron extinguidas como velas apagadas por una ráfaga repentina. Las armas tintinearon al deslizarse de las manos sin vida, y los cuerpos yacían extendidos sobre el mármol, como marionetas con sus cuerdas cortadas. La multitud permaneció enraizada en un silencio aturdido, con rostros pálidos y ojos abiertos, demasiado conmocionados para reaccionar. Parecía que los francotiradores del exterior finalmente habían tomado medidas.
Calvin miró con incredulidad la escena ante él y Alex dio un paso adelante.
"Siempre podemos confiar en la policía, ¿no?" Dijo, aunque claramente sabía que habían sido los Kingswell quienes se encargaron de las cosas, no la policía.