Después de una larga y apasionada noche, Álex sostuvo a Sofía cerca, su delicada fragancia lo embriagaba.
La calidez de su cuerpo se acomodó perfectamente contra su pecho, despertando algo profundo en su interior.
Él besó suavemente su frente, y Sofía respondió acercándose aún más, su respiración lenta y tranquila.
—Álex —susurró Sofía con voz suave, su voz espesa de felicidad y agotamiento.
—Eres todo para mí. Nunca he amado a nadie como te amo a ti.
Con esas palabras, se quedó dormida en un sueño tranquilo, completamente ajena a la tormenta que se agitaba dentro de él.
Álex miró en silencio el rostro sereno de Sofía, su mente acelerada con pensamientos y emociones.
Sin darse cuenta, la mañana se deslizó silenciosamente en la habitación.
Levantándose despacio de la cama, Álex se quedó de pie junto a Sofía, cautivado por su belleza frágil mientras dormía.
Su corazón se retorció dolorosamente, y un poema amargo se deslizó suavemente de sus labios.
—Encontrarse es difícil, separarse aún