51. Al Descubierto

—¿Podrías dejar de verme? —pido, no es que deje ver mi desnudes con el albornoz, de todos modos su ojo intenso me pone nerviosa.

—Si te apareces así no exijas que mire a otro lado. —justifica tan atrevido.

—Olvidé mi ropa, es todo. —dejo salir el aire de manera sonora.

—Acabemos con esto de una vez —lo escucho decir, solo después me doy cuenta de que vino a mí, entonces mientras hurgo entre mis cosas él me toma del brazo sin un vestigio de delicadeza.

Quiero reclamar, pero ya Silvain se ha atrevido a desatar el albornoz, dejando al descubierto mi secreto; no importa cuanto forcejeé, es más fuerte que yo y ya nada tapa mi desnudes. Avergonzada y completamente abrumada por su osadía me dejo caer al suelo tapándome la cara y llorando. Es denigrante, un acto inaceptable de su parte.

—Eres un imbécil.

—¡¿Cuánto tiempo me lo seguirías ocultado?! El malestar, la ropa, tu comportamiento bipolar, ¿crees que soy idiota?

—¡Ya deja de gritarme! —exclamo fuerte, aún en el rompimiento —. Lo
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