°Capítulo dos°

HABITACION SECRETA:

Un pasillo se dislumbro apenas se abrió esa puerta secreta, tomando un largo respiro se adentró en lo que parecía ser un pasillo, uno el cual a la vista, no tenía fin. Cuantos más pasos daba las antorchas antiguas iluminaban las grises y desgastadas paredes de piedra, algunas que otras telarañas por el techo y piedras sueltas en el suelo. April sabía que se estaba metiendo en la boca del lobo, no tenía ni idea de lo que le deparaba el futuro, solo entendía que era curiosa y si bien la curiosidad mató al gato el murió sabiendo ¿No? Sus pies dejaron de caminar y sus músculos se tensaron, delante de ella se encontraba una puerta, pero no cualquiera, en su fuerte metal tenía grabados de lobos, totalmente delicados y pulcros, jamás en su vida había vista tal espléndida obra, pero eso no cambiaba el echo de lo que habría detrás de esta. Levanto su mano, que inconcientemente estaba echa puño, y la dirigió lentamente hacia la traba que tenía la puerta. Su corazón iba a mil, estaba ansiosa, sus manos mojadas en sudor delataban su nerviosismo y miedo, sin embargo ella no era conocida por ser miedosa ¡Todo lo contrario! No había nadie que la detenga, y una puerta de metal con símbolos extraños para ella no iba a ser un impedimento. Destrabó lo que la separaba a ella de lo desconocido, y empujó con todas sus fuerzas haciendo que la puerta haga un gran chirrido...Se quedo perpleja, su cara de asombro no se comparaba, el sentimiento de emoción surgió de repente para correr hacia la habitación recién descubierta, no era nada más ni nada menos que una sala de entrenamiento, realmente grande a decir verdad, April comenzó explorando con lo que le llamó más la atención, un circulo perfecto que ocupaba más de 5 metros de largo y ancho, que sobresalía de el suelo, era un área de lucha cuerpo a cuerpo. Se agachó para tocar el piso y giró su cabeza hacia un sector de armas que parecían medievales, arcos, espadas, hachas, dagas, cuchillos, etc.  Tomo una daga que le parecía interesante, el mango de esta tenía finas afirmaciones de lo que parecía ser la luna, con incrustaciones del diamante rubíes simulando que la luna era roja. Toco la hoja desde la punta hasta el principio del mango, estaba afilada, su sangre accidentalmente cayó en el rubio haciéndolo brillar por momentos, pero April no se percató de aquella anomalía. Había mucho más por investigar, pero la chica estaba cansada así que salió por donde vino, viendo como las luces nuevamente volvían a apagarse.

La luz del sol pegaba contra su rostro, este se contrajo y la chica gruño por la interrumpieron de sus sueños, odiaba levantarse. Con rudeza se quitó las sábanas con los pies y se dirijió a zancadas hacia la ventana, tomo fuerte las cortinas y de un movimiento las cerró, enojada bufo y se volvió a acostar para seguir con su sueño. Pero el destino estaba en su contra, pues un picoteo en la ventana le hizo abrir los ojos abruptamente. Ella lentamente movió las cortinas con miedo, fue sin peor cuando gritó locamente cuando vio a un pequeño cuervo negro justo donde ella estaba mirando.

¿Quien había dicho que era valiente? 

—¡Mierda! Ese bicho asqueroso ¡No tenía que ver ninguna película de terror! Parezco masoquista ¡Nunca más!- Gritó mientras salía de su cuarto dejando a un cuervo inesperadamente confundido. Miro la hora y apenas eran las ocho de la mañana, tomo una corta ducha con agua fría, pues le faltaba arreglar el termo descompuesto. Se cambió a un simple vestido de flores y fue a la cocina para tomar el desayuno de siempre, pan con leche. Aburrida decidió investigar aún más aquel cuarto que le tenía la curiosidad a flor de piel, al fin tenía algo que hacer durante el largo tiempo que se quedaba en aquella casa y no quería desaprobecharlo. Luego de dos horas revisando de punta a punta aquel misterioso lugar salió transpirada y agotada, pues descubrió que debajo del suelo y en las paredes habían plaquetas que aumentaban el calor y la gravedad cambiaba haciéndote más pesado, para una buena práctica de lucha. Aunque para April le pareciera extraño, pues no creía que algún humano pudiera siquiera entrenar media hora sin desmayarse por el sobre esfuerzo.

Salio de la casa y camino directo al río, se sacó lentamente su ropa y miro sus cicatrices, en sus ojos sólo se veía una mezcla de dolor y nostalgia. Acomodo sus prendas a un lado junto a una gran roca y se metió sin más al agua, se dejó llevar por la corriente.

Ya era tarde, sin embargo salió del agua tranquila y se vistió con un vertido floreado, total al día siguiente iba a ser calor y ella literalmente se quedaba toda la noche en el bar atendiendo. Corrió por el bosque en el canino que había marcado, estaba todo despejado pues ee había encargado de rompero las ramas que sobresalían, llegó a el restaurant y vio a su amiga pelirroja mirando de un lado a otro como si estuviera buscando algo o a alguien, apenas conectaron miradas y Adriana le hizo señas para que se acercara, camino hasta ella.

—¡Hola!—Gritó dando saltitos hasta ella, tomo los hombros de Aprio y la agitó levemente—¡Vaen! ¡Ven! Tengo que decirte algo importante, por cierto llegaste tarde.—Le aviso mientras entraban en la habitación de casilleros donde los empleados se cambiaban.

—Hola, si claro.— Se ento en una de las bancas sin respaldo y golpeo la madera para que la pelirroja se sentara junto a ella, April era una persona hiperactiva pero luego de su accidente decidió no mostrar aquello que consideraba debilidad y solo lo usaba a beneficio como trabajar pr la noche o limpiar la casa de punta a punta y solo dormir menos de cuatro horas.

—Empiezo, ayer fui a la fiesta de la que te hablé, que por cierto no fuiste.—La miro acusadoramente, April sonrio incomoda, ella no le gustaban las fiestas o lugares con mucha personas dentro, la chica al darse cuenta ee la incomodidad de la pelinegra lo dejo pasar y siguió hablando—No importa, yo tenía todo calculado, entrar, bailar y tomar un poco, divertirme con un chico lindo y eso era todo, pero no...no paso nada de lo que yo quería, tomo solo unas copitas de más y empeze a volverme loca, subi a la pista junto a las demás personas y baile sin vergüenza alguna ¡bailo tan sensual! ¡Me sorprendí a mi misma!

—Lo aprendiste de mi.—Sonrío ladiñamente y se quejó cuando Adriana le pegó en el brazo.

—Son mis genes, como decía, todo estaba descontrolado, pero lo que pasó después trazó el límite. Unas manos se posaron en mi cintura, yo me tense pensaba que era un pedófilo o un violador serial, luego recordé que estaba bailando y era normal que alguien se te una, pero su respiración estaba en mi cuello, te juro que estaba oliendome ¡Y lo peor es que me gusto! Yo le seguía el juego y bailabamos juntos ¡Estábamos tan sincronizados! Como si hubiéramos bailado desee hace tiempo, me di vuelta y lo miré, un bombón... no le pude ver la cara pero sentía que no me importaba como era para mí sería la criatura más hermosa del mundo, su sonrisa se ensanchó y sentí un tirón en mi cuerpo, pero todo lo bueno se acaba aunque haya durado tan poco. Acerco su boca a mi oído y me susurró "Mía" me asusté y lo aparté, salí corriendo y lo perder vista. ¡Cuanto me arrepiento! No puedo de dejar de pensar en el ni un momento. Me gusta y ni siquiera vi su cara o se su nombre, soy tan patética.—Dramatizo, April solo le sobo la espalda y la miro seriamente.

—Te das cuenta que me acabas de decir que quieres a alguien más justo un día antes de nuestra boda.— Habló con voz quebradiza la pelinegra, quien se reía a sus adentros, obviamente quería hacer sentir bien a su amiga.

—¡Oh no querida! ¡No quise lastimarte!—Dramatizo nuevamente acercándose a April, esta aparto su cara fingiendo molestia, sacándole una risa a la pelirroja.

—¡No, esto no se perdona! ¡Quiero el divorcio!—Demando levantándose de la banca, había elevado la voz, esto se ponía muy divertido para las dos.

—¡Pero nisiquiera cruzamos el altar! ¡No me dejes te juro que cambiaré!—Grito acercando sus manos a la contraria.

—Todas dicen lo mismo. Hasta aquí llegamos.—Murmuro mientras la miraba seriamente, luego de unos minutos de silencio ambas empezaron a carcajear fuertemente, haciendo que una empleada antigua les regañara. Se cambiaron, April a su ropa de trabajo y la otra de una normal, pues sus turnos eran muy diferentes.

—Ten cuidado, hay muchos idiotas que no saben lo que es espacio personal, sus e sobrepasan totales gas pimienta en la cara, no van a molestar más.

—¡Gracias!

 

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