Capítulo 47– Cachetes Colorados
La mañana amaneció soleada, y el aroma de las tostadas llenaba el comedor.
En la mesa, Fabián Castell ya estaba con su taza de café en mano y el diario abierto a medias. Isabel, elegante como siempre incluso en bata, revolvía con cuidado una jarra de leche caliente.
Sofía entró con paso tranquilo, con el cabello aún húmedo de la ducha y una bata liviana cubriéndole la panza ya visible. Sus mejillas estaban más encendidas que de costumbre.
—¡Buen día, hija! —saludó Fabián, dándole un beso en la frente como hacía cada mañana desde que ella era niña.
—Buen día, mi amor —dijo Isabel, y también la besó en la cabeza con ternura.
Sofía se sentó en su lugar, como si todo fuera normal. Pero sus movimientos eran un poco más lentos, como quien camina cuidando que no se le note un secreto en los ojos.
—¿Dormiste bien, Sofi? —preguntó Fabián, mientras le servía un poco de jugo de naranja.
—Sí, sí. Dormí… —respondió ella, bajando la vista hacia su taza.
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