Por Abigail
Por unos días no lo ví.
El sábado por la mañana, llegó a la mansión la señorita desagradable.
Pidió verme y yo tenía miedo, que se hubiera enterado que el doctor me besó, aunque los únicos que lo sabíamos éramos él y yo.
No sabía qué pensar.
Me informó de una reunión para ese mismo día y me pidió una lista inmensa de aperitivos y bocadillos, canapés y sándwich, con ingredientes difíciles de conseguir.
Estuve toda la mañana corriendo, para conseguir lo que la señorita engreída pidió.
Luego, Juanita corrió aún más que yo y con la ayuda de varias mucamas, llegamos a tiempo, ahora espero que no nos tire nada por la cabeza.
Hablé con dos mucamas, les pedí que tuvieran paciencia, les dije que seguramente recibiremos agravios de parte de esa gente.
-La señorita Ruth pidió que yo les sirviera, por lo que creo, que el centro de su humillación voy a ser yo.
Les explico.
Mi madre está muy contrariada.
-Esto pasa, porque el señor Felipe está de viaje, sino la miss, no se hubiera atrev