Capítulo 22. Tan familiar.
“… Al despertar me permití disfrutar al máximo del nuevo día, nada mejor que un sábado familiar. Estábamos bajo las sombras apacibles de unas acacias en la plaza monumental a unos diez minutos del apartamento de esas dos mujeres que me tenían el corazón derretido. Sonreí al imaginarme los pensamientos de troncón, en cuanto a la mayor de las dos féminas, de seguro el calor corporal que Talía emitía es quien calentaba a troncón hasta casi hacerlo arder.
Iniciamos una lenta caminata intentando que Erika se estimulara para dar sus primeros pininos, sostenida por ambas manos. Mi momento preferido estaba por llegar; adoraba comer no uno, ni dos helados de paleta, sino tres, sí me gustaba comer tres. Sentir el dulzor derritiéndose en mi boca hacía que lo pudiera casi comparar con el sexo... «Espero que nadie nunca se entere de mi gran secreto, sobre todo troncón, porque creo que se enfadaría mucho», subí mis hombros al tratar de restarle importancia a mi conversación mental.
El calor de las