Capítulo 4
Me quedé petrificada.

Sentí un leve sabor a sangre en la boca, y un zumbido punzante en los oídos.

Emma lanzó un gritito ahogado y enseguida tomó apresurada la mano de Carlos.

—Carlos, ¡cómo pudiste hacer eso! Aunque Claudia esté fingiendo estar enferma, ¡es solo porque no le prestas suficiente atención! Ya lo habíamos hablado antes de venir, ¿no es así? Que hablarías con ella de buena manera...

Con sus palabras tranquilizadoras, Carlos empezó a calmarse.

Pero al mirarme, todavía lo hacía con desprecio.

—Claudia, ¿cuándo aprenderás a ser como Emma? Mientras tú estás aquí haciendo escándalos, ella tiene la decencia de preocuparse por ti y hasta intercede en tu favor. ¡Qué vergüenza, fingir una enfermedad tan solo, para culparla a ella!

Lentamente limpié la sangre del borde de mis labios y lo miré con indiferencia.

—Carlos Alonso, ¿de verdad crees que estoy mintiendo? No te preocupes, puedes comprobarlo revisando mi historial médico o hablando con alguna de las enfermeras de guardia. ¿Es
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