Polos opuestos.

Judith dejó escapar una risita, ya que hacer los quehaceres del hogar para ella era algo bastante simple y de lo que disfrutaba muchísimo, porque a pesar de ser una chica que se crio teniendo a su servicio muchos empleados que siempre estuvieron a su disposición. Nunca se comportó como alguna chica de alta alcurnia que no son capaces de hacer sus propias labores, sino que se enfocó en aprender de ellos y los ayudaba a realizar sus trabajos a escondidas de su padre. Puesto que su padre le dedicaba mucho tiempo a la empresa y para no estar aburrida en casa, pues pasaba la mayor parte del tiempo junto a los empleados.

—La próxima vez no tomes decisiones sobre mis empleados.

—¿Por qué no?, mientras viva aquí soy tu esposa para la ley y para todas las personas que nos conocen, así que puedo hacerlo— expuso con una sonrisa maliciosa en los labios, aunque no quería antes exigir derechos, ya se está cansando de los desplantes de Dylan.

—No quiero deberte nada, pero menos quiero que pongas tus
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