Brianna Pov.
Me encuentro sentada frente a Agustín, quien sostiene una taza de café sin haberla tocado aún. Veo que está perdido y trato de encontrar formas de distraerlo. Ha pasado una semana, una semana larga y extraña, donde no solo perdió su trabajo, sino también su alegría. De vez en cuando sonríe, pero sé que es difícil para él."Vamos a dar un paseo", propuse con alegría, pero él me miró y murmuró: "Claro, Briana, tienes que quitarme esta tristeza, pero aún es difícil para mí"."Lo sé, pero me duele verte así", confesé.Él tomó mi mano y sonrió, aunque esa sonrisa no llegaba a sus ojos, el brillo que siempre lo acompañaba había desaparecido. "Estaré aquí para ti", murmuré. "Solo quiero decirte que me hace feliz tenerte en mi vida", murmuró él, y no pude evitar sonreír."Me siento más que agradecida de que estés en la mía", comenté, y Agustín suspiró. Aún estábamos esperando que el ab