La cabeza me daba mil vueltas y para colmo, tenía migraña, como si tuviera ahí a alguien martillando.
Escuché a Bradox hablar por teléfono en árabe, ahora ya tenía claro por qué lo hablaba tan bien.
Lo observé desde la cama, llevaba puestos tan solo un bóxer y así, con el pelo alborotado, estaba de lo más sexy. Me miró desde donde estaba y me hizo un guiño, además de una señal para que me levantara y fuera hasta él, le hice un gesto en negación, deseando ir al baño y me di cuenta de que estaba desnuda. ¡Mierda!
Entonces recordé todo lo sucedido la noche anterior cuando llegamos al hotel y me sonrojé, era cierto que me lo había pasado de infarto, pero no me lo podía creer.
¡Me había vuelto a acostar con Bradox!
Observé mi reflejo en el espejo y me quedé loca, estaba … despeinada, con el maquillaje corrido y con una cara de dormida, que me estaba dando hasta pena.
Me lavé la cara para espavilarme un poco y luego me puse un albornoz que había colgado junto a la ducha.
Cuando