Durante siete años, estuve en una relación secreta con el hermano de mi marido, ya ni me recordaba cómo había ocurrido todo, solo sabía que él era el único que me trataba con gentileza, muy diferente a James, que solo me ignoraba como si fuera un mueble más en casa. Solo conocía de él su dinero, que me servía para pagar mi deuda.
Una noche, mientras bebía James con sus compañeros de trabajo en una fiesta de cóctel, yo me mantenía en una esquina bebiendo champán respondiendo mensajes a Ezequiel. Le vi acercarse a mí dando tumbos, supe en aquel momento que ya era hora de irnos. Tome mi bolso caro y antes de levantarme, tomo mi brazo con brusquedad empujándome a la salida.
—¿Qué pasa James? Porque diablos me sacas de esa manera.
—Tengo que hablar contigo —soltó apretando su quijada con fuerza, entonces entre en pánico.
—Y es necesario que me saques de tan malas formas, no soy un perro, soy tu esposa —increpe soltándome de su agarre.
—¿Realmente eres mi esposa? Me eres fiel y leal —le miré incrédula saliendo del hotel en el que estábamos.
—Ahora que se te ha metido en la cabeza, no somos la mejor pareja ni de cerca, pero creo que me he comportado en tu presencia, James. —Soltó una sonrisa macabra que removió mis entrañas.
—Ah, sí... entonces supongo que harás lo que yo te diga, sin rechistar, porque eres una esposa fiel a tu esposo.
—¿Qué quieres James?
—Llama a Ezequiel y dile que lo citaras en un lugar. —Pase saliva con dificultad intentando entender por qué tan repentina petición. Él no sabía nada, a duras penas y me prestaba atención, solo tienes que calmarte Mónica.
—P-porque de repente quieres que yo cite a tu hermano, ¿estás loco? Casi ni hablamos. —Soltó una carcajada suelta, para tomarme con fuerza del cuello. Llamando la atención de los transeúntes.
—No me veas la cara de estúpido, Mónica. Sé perfectamente la relación que tenéis, ¿O qué creías? ¿Qué las personas de mi entorno no me hablarían de lo extraño de su relación? — Palidecí al instante al escuchar esas palabras y entonces soltó. —Ahora me entiendes, o te seguirás haciendo la estúpida.
—James no es lo que crees... no sé lo que te contaron, pero... —sin dejarme terminar, me agarro de la nuca arrastrándome hasta el auto.
—¡James, suéltame, no hagas esto en público! —me empujo hacia el asiento, provocando que aterrizara con brusquedad. Se sentó a mi lado, e intentando calmar los ánimos, solté.
—S-solo somos amigos, no ha pasado nada...
—Me importa una m****a lo que haga una estafadora —mi garganta sé cerro mirándolo con incredulidad. Me sonrió con autosuficiencia.
—De... donde… has... has... sacado eso.
—Era cuestión de tiempo para que lo supiera Mónica, y más sabiendo de lo que me he enterado. Quería algo para hacerte daño, y me enteré de que toda la familia de mi esposa son unos estafadores profesionales. Podría ahora mismo avisar a la policía y meterte a la cárcel, pero quiero algo mejor... la cabeza de mi hermano.
—A que te...
—Extorsión, coacción... lo que te parezca más adecuado. —Negué con una sonrisa nerviosa.
—Jemes no estás pensando con claridad, t- tú estás muy bebido, estás nervioso. Vamos a casa y piensa las cosas bien, es arruinarte la vida.
—¿Qué va a saber una estafadora de lo que está bien o mal? —lo mire nerviosa, respirando con rapidez.
—Te ayudaré, pero debes prometerme que no le harás daño. Puedo inducirlo a que te firme cualquier tontería, pero no te voy a ayudar a hacerle daño.
—¿Tanto te ha gustado revolcarte con él?
—Hazme daño todo lo que quieras, pero no le haré daño a Ezequiel.
—Dependiendo de que también hagas tu trabajo, prevalecerá su vida fuera de las rejas. —El auto se detuvo y Jemes abrió la puerta estirando su mano hacia mí.
—Vamos, esposa mía, que empiece la fiesta.
♥
Unos meses antes.
—Mamá, papá, ella es Mónica, mi novia —hice un pequeño asentimiento con mi cabeza saludándoles con timidez.
—Mucho gusto, señores Montgomery, es un placer por fin conocerlos.
—Así que eres la famosa Mónica, la mujer que robo el corazón de mi pequeño —sonreí levemente mirando la mansión de reojo, el lujo desbordaba en cada pared tapizada y escultura de mármol. Después de los saludos nos dirigimos hacia la mesa para la mesa.
Los Montgomery eran dueños de muchas propiedades y condominios en todo el condado de Orange. Daisy Montgomery, la matriarca de la familia, y la madre de James, es una mujer decidida y elegante, siempre es la cara de su familia procurando tapar cualquier escándalo que involucre su familia, una leona cuidando a sus crías. Si me tenía que cuidar de alguien era de esa mujer.
—Entonces, Mónica, cuéntanos, ¿a qué se dedican tus padres? — soltó Daisy con una sonrisa dulce, pero claramente me estaba interrogando. Alce mi mirada y James increpo con rapidez.
—¿Es en serio, mamá? Ya quieres empezar con tus interrogatorios.
—No exageres James, son preguntas de lo más normal. Esto no pasaría si no hubieras escondido a esta chica por tanto tiempo, pensaba que era una delincuente tatuada y vulgar por tu insistencia en esconderla.
—No se preocupe, señora Montgomery, entiendo lo que es una madre preocupada por sus hijos, pero mis padres murieron hace mucho tiempo —dije con fingida incomodidad, todos se quedaron pasmados en un silencio perpetuo.
—Vives sola...
—Creo que ya fue suficiente Daisy, es irrespetuoso avasallar a esta chica con tantas preguntas. ¿Dónde está Ezequiel? —increpo molesto Claus, él matriarca. Un hombre callado, pero muy inteligente, no por nada había amansado tal cantidad de dinero.
—Ezequiel... Ya sabes cómo ese muchacho, vive en otro mundo. —¿Ese era el hermano menor? No había investigado nada de él, no lo creía tan importante para el plan. Así que, aquel día, no espere que nuestra historia empezaría en ese mismo insistente.
—¿Cómo se supone que soy madre? —dijo una voz entrando al salón, paso por detrás de mi silla y cuando gire mi mirada nuestros ojos se encontraron, mi corazón dio un tumbo. Tenía la frialdad de la mirada de su padre, pero había algo en él que era diferente, se veía más relajado, menos estirado.
—Por dios, Ezequiel, no comas con las manos, tenemos visitas —le increpo Daisy dándole un golpe en la mano. Volvió de nuevo a mirarme y soltó con burla.
—¿Para bien o para mal? —dijo con tono sarcástico —¿Quién dijiste que era?
—A qué te refieres imbécil, es mi novia. —le increpo James, claramente irritado por la presencia de su hermano, no pensé que tuvieran tan mala relación. Él sonrió, me miro y dijo.
—Por desgracia eres su novia, lo siento mucho por ti... Un consejo, aléjate de esta familia de locos. Te terminarán matándote. —Tomo una hogaza de pan de la mesa y se levantó para irse.
—¡Ezequiel! Vuelve a la mesa ahora mismo, y pídele perdón a tu hermano. —Alzo su mano despidiéndose en la lejanía, dejándome un sentimiento de incertidumbre y curiosidad que nunca pude sacar desde que le conocía aquel día.