Seguro que imagináis lo que pasó después de ese momento, pues si, justo lo que estáis pensando.
Nos fuimos a su hotel, y nos dejamos llevar por lo que sentíamos, en su habitación, de forma brusca y con muchísimo deseo acumulado.
Aquella fue la primera vez que sentí que no me hizo el amor, aquello sólo fue sexo. Y no me importó, porque en aquel momento le necesitaba demasiado, necesitaba volver a sentir que era real, lo que teníamos el y yo.
Besó mi rodilla, despacio, mirándome con cautela, y luego apoyó su barbilla sobre esta.
- Estás preciosa – aceptó, para luego apoyar su cabeza sobre mi cuello, y besarme suavemente en él – y sigues oliendo igual de bien.
- Tu sigues besando i