Al escuchar aquellas palabras, Oliver tragó en seco. Sabía que la exigencia era extrema para Henri, pero no podía ignorar la legítima preocupación de Damián.
— ¿Matrimonio? — repitió, sorprendido, casi sin creerlo.
— Sí, matrimonio — declaró el hombre, sin mostrar temor. — No sé con qué tipo de mu