— Mira… hasta que fue bueno escuchar ese elogio, ya que, indirectamente, es para mí, ¿verdad? — Henri bromeó, con una sonrisa provocadora, notando lo rojas que estaban sus mejillas.
— Yo… no sabía que era Gael — ella susurró, arrepintiéndose al instante.
— ¿En serio? ¿Entonces el elogio era para mí?