Mundo ficciónIniciar sesión—Su padre debe de haberle informado sobre la situación actual y el porqué de su llegada a Craenia.
—Mi padre solo me ha dicho lo justo y necesario, rey Richard —La voz de Kallias fue dulce y tranquila—. Hay cosas que solo un líder debe conocer, me conformo con saber que este acuerdo beneficia a ambos reinos. —Es usted un omega muy inteligente, joven príncipe. Sígame, le presentaré a mi familia. Kallias miró hacia su séquito antes de seguirlo. Orion y Iliana estaban a ambos flancos mientras que Evanik se mantenía atrás, atento a todo. —Karina Ralodi, reina consorte —El rey señaló a la mujer alfa, y después al joven de rasgos suaves—. Kael, mi hijo menor. —Es un placer conocerlo a ambos. Kael asintió en saludo y la reina sonrió suavemente hacia Kallias. —El placer es mutuo —El rostro de la reina brilló—. Bienvenido sea a Astraria, príncipe. —Agradezco el gesto. No debe haber sido fácil para ustedes tomar esta decisión —Kallias miró al rey—. Después de tantos años y tal brecha, volver a unirnos se siente como un acto del destino. ¿No lo cree? —Nunca mejor dicho — El hombre de ojos grises, jóvenes y duros se acercó a Kallias lentamente, como un depredador que se prepara para cazar. Él no desvió la mirada, ni se dejó amedrentar por el aroma que desprendía. Bosque nevado y whisky. Tan profundo que casi lo marea. —Mi hijo y heredero al trono, Marcus Kirion Ralodi —dijo el rey, pero toda la atención de Kallias estaba en Marcus —. Su futuro esposo. —He oído mucho de Graland —dijo Marcus y Kallias lo miró de arriba hacia abajo con detenimiento, a los hombros anchos, la figura esbelta y ese caminar seguro que desprendía poder. Él podía entender el interés de su loba ante la vista. Oh, Amra era una chica inteligente y de muy buen gusto. Claro que sí. Kallias no podía pensar otra cosa. —Alteza —saludó Kallias estirando los labios en una sonrisa. La distancia entre ambos para de apenas dos pasos mientras se miraban a los ojos—. No sabía que las grandes casan tenían el tiempo suficiente para hablar de tan pequeños asuntos. Su sonrisa era maliciosa al hablar, él sabía exactamente lo que pensaban las grandes casas de las tierras como Graland. Sin embargo, Marcus sonrió, tomando su mano y dejando un beso en el dorso. La mirada del alfa no se desvió ni por un segundo. —Yo tampoco, pero qué puedo hacer si ese pequeño asunto se convierte en mi problema. Kallias ladeó el rostro, un con soplo de incomodidad mordiendo su piel. —¿Es eso molestia lo que escucho? —En absoluto, debe de estar imaginando todo —Marcus soltó su mano—. Al menos la belleza es algo de lo que puede estar orgulloso. —No solo de ella —alzó el mentón con orgullo—. Fui criado para ser rey. —Y sin embargo nunca herederá el trono, ¿verdad? —El desdén en la voz de Marcus era profundo—. Temo que los omegas no nacieron para el poder. Kallias apretó las manos y la mandíbula, con ese pequeño zumbido de incomodidad escalando a ferviente enojo. —Creo que ha sido más que suficiente por hoy —intrumpió el rey—. Príncipe, Sir. Hollmand lo escoltará a sus aposentos. Por favor, retirece a descansar. Pero Kallias no desvió la mirada de Marcus, él podía ver el brillo en sus ojos. Podía sentir la burla en el aire. Así que respiró profundo y miró al rey. —Usted me eligió como el omega de la corona, rey Richard —dijo y miró una vez más a Marcus—. Creo que debería recordárselo a su hijo. Y el rey podría no estar de acuerdo, aún así dijo: —Lo haré. —Eso espero. Pero la sonrisa en los labios de Marcus le decía que el hombre estaba muy lejos de cualquier sentimiento cercano al arrepentimiento. ෴ლ෴ —Creo que tu elección debe ser reconsiderada, padre. —gruñó Marcus en voz alta y Richard sólo pudo suspirar. —Ahora no, Marcus. —¿Ahora no? ¡Este es el mejor momento! —aseguró con molestia—. De hecho, es el único donde todavía podemos dar un paso atrás en esta locura. —Yo creo que es encnatador. Marcus observó a Karel como si fuera alguien muy desagradable. —Y yo que traerá muchos problemas a la corona —aseguró, mirando una vez más al rey—. Problemas que este acuerdo no vale. —No es para tanto —intervino la reina con voz suave—. Es sólo un niño. —Tu madre tiene razón. Además, el acuerdo ya fue redactado y firmado —Richard tomó asiento en el trono—. Kallias Grevyre pronto será un Ralodi. Marcus apretó la mandíbula. Él estaba tan enojado, furioso y todo un montón de palabras que bailaban alrededor de tal sentimiento. —Podrías haber elegido a su hermana. Richard rodó los ojos. Otra vez. —¿Y casarte con una beta que nunca podrá darte descendencia? —No había nada agradables en la expresión del rey. —Los niños no son mi prioridad. —¡Los niños son la prioridad de toda familia! —Richard se levantó del trono. El hombre lo apuntó con el dedo—. ¡Ese es tu único deber! —¡Entonces tenías que haber elegido un omega mejor! —gritó. El silencio reinó en el salón como un manto pesado e incómodo. Marcus no estaba seguro de qué, pero había algo dentro de este acuerdo que lo tenía a punto de perder la mente. —Marcus —llamó Karina en voz baja, ligeramente peligrosa a oídos del alfa. Karel observaba el intercambio en silencio—. Detente, es tu padre y alfa con quien hablas, no lo olvides. Richard observó a su esposa y después a Marcus, este miraba a su madre con ligera y contenida fiereza. No obstante prefirió solo asentir y dirigirse a Richard inclinando la cabeza con respeto. —Lo siento, padre. Esta situación me tiene un poco alterado. —¿Un poco? —rió su hermano menor. —Callate, Karel —pero el beta ni siquiera le prestó atención. Marcus miró a su padre una vez más—. Han sido años de enemistad. Nos llamaron asesinos. Hubo una guerra. —Y no lo he olvidado, Marcus —dijo el rey—. ¿Pero qué se supone que haga si todas las grandes casas ya han prometido a sus hijos? Marcus apretó la mandíbula. Él lo había intentado y no era su culpa que nadie estuviera dispuesto. Los Ralodi tenían poder, también el favor del Consejo pero nadie parecía estar dispuesto a darles a sus hijos. Exepto Graland y porque estaban nadando en la desesperación. —El Imperio está sumido en el caos y Graland todavía tiene algo que dar a este país —agregó el rey—. Nosotros los protegeremos y cambio obtenemos el abastecimiento necesario para nuestro pueblo y tú, un heredero digno para el trono. —Padre... —No de una puta o una omega pobre y triste —Richard se acercó, su aroma era fuerte y llenaba toda la habitación—. Sino de un omega de la realeza. Joven, hermoso y fuerte, exactamente lo que este trono necesita. Marcus respiró hondo y luego de unos minutos, como si hubiera llegado a un acuerdo con sí mismo, asintió. —Espero que tengas razón, padre. —La tengo —aseguró—. Por ahora el príncipe está respaldado por el tratado y puede que muestre algunos comportamientos impropios de su posición. Confío en que te harás cargo de esto lo antes posible. —No creo que funcione —suspiró Kael con diverción—. Estamos hablando de un Grevyre, de un príncipe del norte. Yo que tú, andaba con cuidado a su alrededor, Marcus. —Puras especulaciones —contestó Marcus y miró a su padre—. No se preocupe, así será. Richard sonrió con un brillo extraño en sus grises y viejos orbes, uno que no parecía humano. —No espero menos de mi heredero. Y Marcus asintió, mientras la reina rodaba los ojos y Karel negaba. Esto parecía una receta para el desastre.






