No sabía cuánto había dormido, pero despertó sintiendo unos brazos que lo envolvían. Charlotte estaba abrazada a su cuerpo.
Aquello no le molestó, al contrario, hasta se sintió reconfortado con ese gesto y pensó que debería conseguirse una novia para que lo acompañara en sus aventuras.
Ella parecía estar durmiendo tan profundamente que no se atrevió a moverse, solo para no despertarla.
Aprovechó que estaba tan cerca para analizar su rostro con más calma.
Era hermosa, su piel era sedosa y sus labios invitadores. Cómo deseaba besar esos labios.
Pero también era un tanto irresponsable.
¿Cómo podía dormir tan tranquilamente al lado de un extraño, y más aún en medio de la nada?
Charlotte comenzó a moverse, pareciendo estar a punto de despertar. De repente, sus ojos castaños se abrieron y se fijaron en los de Ethan.
—Buenos días, Ethan —lo saludó, abriendo una hermosa sonrisa.
Su corazón aceleró los latidos, y una sensación extraña se apoderó de su pecho.
¿Qué diablos era eso?
—Buenos días —