Cuando la música de entrada de la novia comenzó a sonar, Sofía sujetó con fuerza el brazo de su padre.
— No te preocupes hija, papá está aquí — dijo su padre, tratando de tranquilizarla.
Al ver a Ethan en el altar, tan guapo como si lo estuviera viendo por primera vez, su corazón latió tan fuerte que hasta sus piernas temblaron.
— Papá, por el amor de Dios, no me dejes caer — pidió ella, sintiendo sus manos sudar.
Caminando lentamente por la pasarela espejada, montada en el jardín de una mansión que Ethan eligió cuidadosamente. Miró a todos los invitados que estaban allí.
Divisó a Aurora, sus hijos y Oliver, vio a toda su familia de México, como su hermana, sus sobrinos y cuñado, también vio a algunas tías cercanas.
Cerca del altar, vio a sus suegros, que parecían muy felices con aquella boda.
En el lugar también había algunos amigos y socios de Ethan.
Cuando se acercó al novio, oyó a su padre susurrar al oído de él.
— Cuida bien de mi niñita.
Ethan asintió.
Mientras el pastor oficiaba