— Yo tampoco — completó Sofía.
— Amiga, ¿será que estamos en una racha de mala suerte?
— No, no lo estamos. Lo que nos está pasando son solo las consecuencias de nuestras malas decisiones.
— Tienes razón — suspiró.
— Escucha, no se te ocurra encontrarte con Daniel sin avisarme, ¿me oyes?
— Puedes estar tranquila.
— Vamos a aprovechar la invitación de Mateo y aceptar que nos lleve a casa — continuó diciendo.
— Ahora entiendo por qué te enamoraste de él, Mateo es muy servicial.
— Sí, lo es — suspiró. — Me había olvidado de esa parte, de poder contar con su ayuda para cualquier cosa.
— ¿Y ese suspiro? ¿Acaso están volviendo tus sentimientos?
— No, no es eso — respondió rápidamente. — Solo me acordé de algunas cosas del pasado, de cómo Mateo ya me ha ayudado mucho — explicó.
— Está bien — sonrió, sin creer realmente lo que ella dijo.
— Te ves mejor hoy. ¿Cómo te sientes? — preguntó Sofía.
— Sigo en shock por lo que pasó, pero no voy a derrumbarme por eso.
— Así es, sé fuerte amiga, no deje