Capítulo 68.
Durante años Ana había sido amaestrada y educada para hacer lo que Peter necesitara o adelantarse a esas necesidades, deseos y excentricidades que demandaba de manera contundente.
— Recuerda el acuerdo— dice Peter, al mismo tiempo que se acerca erizando la piel por completo de Ana.— Sólo te amaré si es secreto, sólo me tendrás si te esfuerzas por merecerme.
La manipulación estaba clara y Ana sólo asiente para ella era solo una forma especial de Peter por demostrarle “amor”.
— No me dejes sola… — susurra ella.— No cuando tengo tanto dolor dentro de mí.
Peter se acerca y la besa, apasionado, tranquilo y sobre todo contenido.
El amor, el placer y el sexo eran dosis controladas para ella y él era el curandero especial y experto en suministrarlas.
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Alena abre los ojos con letargo, completamente inundada de placer.
Había sido maravilloso.
Respira el aire inundado del aroma y esencia del placer, del sexo que había compartido durante toda la noche su mate y ella.
Lo s