Capítulo 41.
Randolf abre la puerta de la sala de reuniones emocionado por haber sido mandado llamar por Alena.
— Cariño, nighara, ¿quieres inaugurar cada una de las habitaciones del castillo? Porque estoy mas que dispuesto a…— dice él al mismo tiempo que comienza a desabotonar su cabeza negra, en cambio, al observar que no se encuentran solos, simplemente su rostro se vuelve más frío y distante.
Aparte de Alena, se encuentra Igor, quien tiene los brazos cruzados frente a él mostrando su incomodidad.
— Necesito que hablemos— dice Alena de manera firme.
Esa frase… esa maldita frase no auguraba absolutamente nada bueno y Alfa Randolf lo sabía, incluso vuelve abotonar los botones que llevaba liberados del yugo de la camisa.
— Cariño, yo no necesito saber ¿cuál es el secreto que me han estado ocultando durante tanto tiempo? porque eso de que son pareja, pues realmente ya compruebe que no es verdad.
En ese momento, ella se pone completamente roja y acomoda su cabello detrás de la oreja con su tic ne