Capítulo 31.
Alena cambió su sentimiento de impotencia por uno de oportunidad.
~ Lo sé~ dice la morena al mismo tiempo que comienza a buscar una forma de salir de ahí. ~ Y eso es lo que me encanta.
La luna de la manada sale de la habitación observando que se encuentran los pasillos completamente solos.
De manera sigilosa camina por cada uno de ellos hasta que se encuentra con una pequeña puerta que la guía en dirección de la salida.
Todos se encontraban completamente anonadados por la cacería y lucha que se encontraba en medio del bosque.
Pero el olor de Johana no la dejaba tranquila.
Tenía que encontrarla.
Tal vez había escapado y estaba herida.
— Tal vez… tal vez— dice Alena al mismo tiempo que se encuentra en la orilla del castillo, al inicio del bosque.
En ese momento Alena comienza a olfatear y rastrear de manera sigilosa cada uno de los lugares que fueron tocados por el cuerpo de Johana.
~No ha llovido. El olor se mantiene intacto en la vegetación.~ Susurra su loba de manera intrigante.
~