Capítulo 21.
Randolf se sorprende, pero guarda silencio, uno que se siente perturbadoramente amenazante para la Luna.

Ella se gira para entrar al baño, dejándolo observar su cuerpo apenas cubierto por lencería de encaje, y se mete a al baño dejándolo completamente solo.

En el instante en que cierra la puerta, Alena escucha un rugido de parte de su pareja, que le saca una sonrisa llena de satisfacción.

Randolf va caminando por el pasillo, pero justo antes de llegar a la puerta donde lo esperaban del otro lado extiende su mano para acomodar su mástil fuerte, duro y venoso en un lugar menos vergonzoso y notable aunque esto último era prácticamente imposible.

Randolf respira profundo y abre la puerta para encontrarse con Todd, quien lo recibe de forma silenciosa.

Sin embargo, el guerrero no puede evitar levantar una ceja al oler la excitación innegable en el aura y cuerpo de Alfa Randolf.

Después de todo, era uno de los rastreadores más ágiles de esas tierras.

—Necesito que identifiques el olor de esta
Alana Aguilar

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