Capítulo 10.
— ¿Matrimonio? —Alcanza a decir.
Alena había pensado en darle algunos kilos de la gema lágrimas de la diosa que sería suficiente para tener sana toda su familia y descendencia varias generaciones, incluso en darle estrategias de guerra de territorios que ellos aun parecían desconocer pero que su padre había recaudado con los guerreros errantes.
— ¿Te sorprende? Creo haberte escuchado decir “Estoy dispuesta a hacer lo que sea”
Alfa Randolf se acerca de forma sigilosa justo como el cazador persigue a su presa y Alena se siente así… justo así como la presa indefensa de un experto cazador.
— Después de todo, ésto mismo es lo que íbamos a hacer tiempo antes…— El tono sombrío en su voz era palpable.
En ese momento la puerta se abre dejando entrar a Igor y dejando un documento de piel sobre el escritorio.
El contrato ya estaba listo…
— ¿Tan rápido? — cuestiona ella sorprendida.
En ese momento Alfa Randolf sin separar la mirada del rostro de ella, abre su boca y se abre la palma de la mano