Capítulo 70: Destino sellado en sangre.
La consciencia parece ser una burla cuando se es un caparazón vacío… desprovisto de emociones, de vida… poseyendo solo un corazón envenenado que no hace más que marchitar tu ser, tu alma, tu esencia…
El azul de sus ojos, cargado de vida, de esperanza, de amor; había sido reemplazado por el rojo de la perdición, teñido de codicia, acompañado de una sonrisa filosa, depredadora. Anette había muerto, dándole paso a un ser tan desconocido como mortal.
Sentada en su trono de huesos y cenizas, ese que había sido construido para ella con las ruinas de su antigua identidad.
La pérdida de su humanidad había dado paso a la máxima perfección, esa que nunca creyó alcanzar y que ahora se abrazaba a ella como una segunda piel, como un manto de poder que cubría el dolor que la carcomía en las entrañas desde que Arthur la rompió en mil pedazos.
Sus ojos vampíricos observaban… cada gesto, cada sonrisa… cada reverencia… era la reina que estaba destinada a ser. Y aun así se sentía más vacía que nunca.
—