16. Quiero que seas tú

Álvaro se quedó mirando la camioneta hasta que se introdujo en el parqueadero y Ana no fue capaz de sostenerle la mirada, se sintió incómoda y tubo la irrefrenable sensación de querer bajarse y explicarle que no había pasado nada entre ellos.

—Gracias por todo —le dijo él en cuando apagó la camioneta y Ana asintió con rapidez.

—Tranquilo, gracias a ti —se bajó de un salto y caminó con velocidad para salir del lugar, pero Eduardo sacó la cabeza por la ventanilla y la llamó.

—¡Ana, espera! —ella se volvió —tendremos una reunión importante a las diez, espero que estés —ella asintió y él la miró de pies a cabeza de una fugaz e imperceptible repasada que Ana alcanzó a ver, de seguro había notado el afán que le había invadido el cuerpo, pero no se quedó a averiguarlo.

Cuando llegó a la recepción del edificio le preguntó a la muchacha por Álvaro y ella le informó que había acabado de subir al ascensor, así que Ana corrió por las escaleras con tacones y todo y cuando el aparato se abrió en el
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