ROMINA
— ¿por qué supones que es buena idea invitar a nuestro jefe a nuestra celebración? — le increpó cuando sabíamos a las escaleras.
Como cosa rara el ascensor volvió a estropearse.
— ¿qué tiene de malo?— Preguntó mi amiga resollando.
Era delgada por genética así que un poco de ejercicio la cansaba rápido, yo estaba acostumbrada a que ese trasto se dañar a al menos tres veces al mes, así que no me importó subir por las escaleras, en ellas me conseguí con la señora Gilmore, vivía un piso más abajo y era demasiado entrometida para su salud.
— Romina cariño — saludo dando dos besos en ambas mejillas— me alegra mucho verte, Vi a tu guapo hijo más temprano con Lola — negó con la cabeza en desaprobación— debería tener una figura paterna.
— Déjeme que lo piense señora Gilmore, gracias por el Consejo — que no le pedí, terminé en mi mente — debo retirarme.
— ¡Oh! está bien... Esta juventud de hoy en día siempre están corriendo — Se fue refunfuñando algo sobre su difunto esposo el señ