En casa, las cinco hermanas de la familia Reyes se reunieron.
Valentina se veía un poco mejor que días atrás, habiendo salido del letargo provocado por los reveses en el mercado bursátil.
—¿Cómo van las cosas en la empresa? —preguntó Valentina, sentada en el sofá.
—Nada bien, los Lagos no nos dan tregua y parecen decididos a llevarnos a la ruina —respondió Isabella, con semblante sombrío.
Valentina no lucía muy contenta.
Originalmente, había querido rescatar a la empresa Reyes mediante las inversiones en acciones, pero terminó perdiendo cinco millones de dólares, empeorando aún más la situación.
—¿Cómo está Camila? —dijo, mirando a su hermana que estaba a su lado.
Camila tenía la mirada perdida y no respondió.
—Tiene problemas de salud mental, a veces logra estar normal, pero en cuanto se le pregunta sobre lo ocurrido ese día, entra en pánico y pierde el control —suspiró Mariana—. Con mis habilidades médicas no puedo curarla, pero he oído que un famoso médico tradicional chino que se r