En el teatro, a las diez de la mañana, cuando Adriana llegó al camerino, estaba muy animado adentro.
Teresa estaba dirigiendo una sesión con Helena y algunos nuevos miembros del elenco, incluyendo a varios chicos.
Antes de que Adriana pudiera decir nada, un joven a su lado dejó su guion y la saludó.
—¡Hola, soy Max Ríos!— dijo.
Adriana respondió:
—...Soy Adriana Sarmiento.
Eso era un problema real. Tenía que encontrar una forma de cambiar su nombre real lo antes posible.
Justo cuando estaba pensando en eso, Teresa la llamó y le dijo:
—Helena te quiere aquí, ¿verdad?
—Así es.
—No tienes que preocuparte demasiado— dijo Teresa mientras tomaba un sorbo de té, —no necesitamos competir con Rosa. Vamos a hacer las cosas a nuestro ritmo, ensayaremos y avanzaremos paso a paso.
Adriana asintió al ver la actitud relajada de Teresa.
—Tiene sentido. Como todo el equipo está reunido, deberíamos familiarizarnos entre nosotros. Esta tarde tendremos el primer ensayo formal— dijo Teresa.
—Está bien.
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