Una vez afuera, parado en el balcón, solo podía ver inmensas montañas y árboles hasta donde alcanzaba la vista. Juan frunció el ceño:
—Él no estaba encerrando a un niño, estaba encerrando a malas personas.
No pasó mucho tiempo en el balcón antes de que pequeño su cuerpo comenzara a sentirse incómo