MARTINA
Puede que me haya dolido más que nada, puede que después de todo lo que sucedió el destino quiso poner nuestros sentimientos a prueba y nunca mejor dicho, porque estaba por tirar la toalla con Lars y no volver a ser lo que fuimos desde que pisé su casa. Y a pesar de cualquier engaño, de cualquier experiencia y dolor, siempre debe triunfar ese perdón tan sincero que nos llegan a dar, en pocas palabras, el arrepentimiento. Y él lo estaba.
Me quedé muda después de su hermosa y gran confesión, la cual salió en susurros, pero se oía bien claro.
Repasé cada palabra que salió de su exquisita boca y bajo su calor y el roce de nuestras manos, decidí contestar—: eres una mezcla de ángel con algún que otro rasgo de demonio descontrolado.
Este sonrió evitando hacer ruido y mordió al final su labio y seguimos sumergidos en nuestras miradas.
—Contigo quiero ser más ángel que demonio.
—¿Y estás seguro de que puedes controlarlo? — me mira dudoso—, me refiero a tu demonio descontrolado.
—Lo in