7. Compras y mentiras.

Me subo al auto de mi padre rumbo a la escuela. Ya que no funciona el mío, mi papá debe ser mi chofer personal. Dejo mi bolso en los asientos de atrás y el auto arranca.

—¿Cómo te sientes en la escuela? Creo que no había tenido la oportunidad de preguntarte, cariño —observo a mi padre con una sonrisa antes de comenzar.

—Bien —él frunce el ceño.

—¿Solo bien? ¿Estás segura?

—Es algo intimidante. Todos allí tienen dinero, todos, sin excepción, pero estoy bien, tengo amigos.

—Así que estás bien, pero es intimidante.

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