Acabo de llegar a mi casa, queriendo encontrar un grato recibimiento, pero me encuentro a Margaret votando humo por las orejas y un poco ebria.
—¡¿Dónde carajos estabas?! —grita en cuanto termino de cerrar la puerta, tras de mí.
—Le dije que iría a quedarme a dormir donde una amiga —contesto.
—¡Mentirosa! ¿Crees que no te vi con ese hombre en el cementerio? Seguro estabas con él.
—No miento, estaba...
—¡Cállate! Y haz la cena.
Se mete a su habitación, tambaleando un poco y cierra la puerta de un gran azote. Respiro profundo y me encamino hacia la pequeña cocina. Abro el refrigerador y encuentro que está vacío, sólo tien