Valery meditaba en su extraña noche, había aprendido que las cosas no son lo que parece. Su sueño era poder vivir bien y ser especial para alguien, pero se dio cuenta de que las personas brillantes y de sociedad eran muy malvadas para su gusto.

Agnes entró a verla y la encontró meditando, le llevaba un café.

—¿Qué tal tu noche?

—Ahí…

—¿Vas a trabajar en donde Canon?

—No, es más, te informo que no voy a seguir con esto de los millonarios.

—¿Qué pasó? —se sentó en la cama.

—Anoche me di cuenta de que no son lo que parece, es más, nadie es lo que parece, esa gente cuida más su chequera que un banco.

—Eso es verdad.

—Así que voy a seguir limpiando yates y luego ahorraré para poner un negocio.

—En todo eso te apoyo.

Salieron a trabajar, limpiar no era tan malo, con todos los aparatos y la compañía de los chicos.

Agnes limpiaba un camarote y encontró joyas de mujeres en el piso y las tomó todo y las puso en una bolsa.

—¡Cuánta locura!

Brandon saltó al yate y les dijo a las chicas.

—Hoy rumba