Capítulo XVII Estoy enamorada, no lo debe saber.
-” Se acabo, vamos a dejar de beber, cada vez acabamos peor”-, me dije, a la mañana siguiente, tomándome una pastilla para dejar de sentir esa resaca horrible.
Si lo pienso bien la resaca, no estaba tan mal, porque la alternativa era peor.
Consistía en ir a buscar al hombre, que me robo el corazón, y pegarle una paliza hasta que me lo devuelva, o entregarle resto de mí, para que se lo quede todo, hasta que encuentre a otra que le” ponga más cachondo”, y lo tire todo machacado a la basura.
Como no me apetecía ninguna de las dos alternativas, decidí, que encerraría este secreto en mi corazón, bajo mil puertas y quince candados, con llaves de seguridad.
Mi prima entró a la cocina, tan mal como yo me sentía. La mire y me hizo un gesto con la mano, no quería ni hablar.
-” ¿Un café, arsénico, una bomba para acabar con Martin?”- le pregunte.
- “No me tientes, que estoy por aceptar la última oferta, después de dos pastillas para la resaca y una taza de café fuerte, al estilo canario.¿Cómo un e