LXIV. Protegida
No quise pensar demasiado en la actitud extraña de Niklas, así que le pedí a Sheyla que me ayudara a elegir un vestido para presentarme a la entrevista, pero todo lo que me pusiera no me gustaba ni me quedaba bien. Aún me veía muy delgada pese a que empezaba a comer más. Todo lo que me ponía me quedaba grande o mal, no me hacía sentir nada cómoda.
Viendo mi frustración, la Sra. Suzanne me dio un vestido verde que pertenecía a Freya y me aseguró que ella se lo había puesto una sola vez en su vida y nunca más lo volvió a usar. Era muy hermoso, sensual y elegante, como si fuese de fiesta, pero también podría funcionar para una entrevista.
Me lo puse renuente y rendida, y fue el que más a medida me quedó, aunque aún me quedaba algo suelto. Ya no tenía la misma carne que antes y eso solo me hacía sentir mal.
—El vestido es hermoso, pero a mí no me queda bien —salí del baño, rozando la tela con la yema de mis dedos—. Estoy demasiado... Flaca.
—Eso con el tiempo se arregla, así que no te fru