Alan llevó a Rous al cuarto donde se encontraba Samanta. Era una perra de raza gran danés amamantando a sus cachorros.
—Nacieron hace tres días. —La perrita levantó la cabeza, miró a Rous y después miró a Alan con inquietud.
—Tranquila Samanta ella es Rous, no le hará daño a tus bebés.
Los ojos de Rous se llenaron de ternura al ver la maravillosa escena.
—Están lindos tus bebés. —Le habló a Samanta como si se tratara de una persona.
—Pensé que yo era el único que le hablaba a los animales como si fueran personas.
—Ellos entienden y sienten igual que nosotros.
—Eso he pensado siempre, desde que estudié veterinaria en la universidad.
—¿Eres veterinario? creí que eras economista.
—¿Cómo Jeremith? no, yo estudié algo muy