—Me gusta. Siempre me gustan los regalos que papá me da.
—Mira lo feliz que está. Yago, ve a jugar con tu juguete.
Jazmín apretó la mejilla de su hijo con una sonrisa. Después de que el niño se fue a jugar, le agradeció a Ezequiel con gratitud.
—Gracias a ti, le diste un sueño hermoso.
Ezequiel se puso de pie, con una expresión complicada. Si solo fuera un sueño, despertar sería aún más doloroso. Miró a Yago jugando adorablemente y sintió una punzada de compasión.
Viendo todas las expresiones en su rostro, Jazmín esbozó una sonrisa de satisfacción por un instante.
—Voy a preparar el almuerzo, ¿comemos antes de volver a la oficina?
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Aurora regresó de Grupo Mendoza y se sumergió de inmediato en un frenesí de ocupaciones. Su secretaria, Linda, siguió sus instrucciones para contactar a los bancos con los que habían trabajado anteriormente. Recibieron respuestas satisfactorias, aunque no sabían si alegrarse o molestarse.
—Estos bancos realmente cambian de actitud demasiado rápido.
Hac