Ean la llevó a la tribu, todos fueron allí para ser curados. Los atendieron a todos en la misma choza, distintos curandero, más de uno tuvo que ser remplazado, no soportaban la presencia del Demonio blanco. Pero él no iba a irse, Katerine lo supo cuando lo miró, en medio de sus gritos, de sus lágrimas, él estuvo allí sosteniéndola y llorando con ella.
El ataque de los Frezz había sido brutal, le quedarían cicatrices pero eso no le importaba, estaba viva.
Cuando los curanderos y la gran Pretit abandonaron la choza, East se reincorporó conteniendo los siseos de dolor que querían escapar de su boca. Katerine lo miró, estaba pálido, sudoroso y con el torso vendado. Él no la miró a ella, tenía sus ojos puestos en Ean, quien le devolvía la mirada con la misma intensidad.
—Puedo darte las palabras para que me entiendas —le hab