Los ojos de Lucifer que me miran brevemente con frialdad cambian de pronto a la sorpresa. Quiero decirle algo… cualquier cosa. Preguntarle si está bien, aunque obviamente no lo está u ofrecerle mi ayuda para salir de ahí. Pero las palabras se quedan atascadas en mi pecho y un sentimiento de melancolía que me forma un nudo en la garganta me impide hablar.
-Es sorprendente que tu conciencia también haya podido llegar hasta este lugar.
Su voz profunda y solemne sigue siendo tan impresionante como la primera vez que lo vi.
Me quedo en silencio analizando lo que ha dicho.
-Tú tienes un don para estar donde no es necesario. Igual que aquella primera vez.
-Eso parece…- le contesto dándole la razón pero sin estar convencida del todo. Todavía no sé cómo sentirme respecto a este hombre que se supone es mi padre, o el padre de la primera vida