Leonardo se incorporó de inmediato, sus cejas se alzaron con ligera molestia, pero no dijo nada. Luciana se acercó y le extendió una tablet encendida. En la pantalla, se veía claramente un set de entrevistas decorado con flores, el logo de la empresa Sinisterra en una esquina… y al centro, Allison Sinisterra, vestida de blanco, sonriendo ante las cámaras.
Alanna se inclinó con curiosidad.
—¿Es una entrevista?
Leonardo no respondió de inmediato. Estaba observando con una mezcla de burla e interés el rostro perfecto de Allison, su tono meloso, sus frases ensayadas.
—Ah, mírala —dijo al fin, recargando la espalda en el sofá con una mueca divertida—. El nuevo as bajo la manga de los Sinisterra. Parece que el señor Sinisterra por fin decidió desempolvar a la muñeca favorita.
—¿Y ahora qué? —preguntó Alanna, sin saber si quería mirar.
Leonardo alzó la tablet hacia ella, con una sonrisa de medio lado.
—Mira quién está estrenando cargo.
En la pantalla, con un fondo elegante del grupo empresar