Sofía y Valentina vinieron juntas a recibirme al aeropuerto.
Con una mano empujando el equipaje y con la otra el cochecito del niño, las vi a lo lejos saludando.
—¡Bienvenida! ¡Cachetoncito, ven con tu madrina! —Sofía me saludó primero y sin esperar a que me acercara, corrió hacia nosotros para tomar en brazos a mi hijo que estaba sentado en su cochecito.
Valentina también fue graciosa, ni siquiera me saludó, primero se acercó a examinar al niño.
—¡Vaya! ¿No dicen que los hijos se parecen a la madre? ¡Este pequeño es la copia exacta de su padre!
Sofía sonrió arqueando las cejas. —¿Verdad? No exageraba para nada.
—¡Es idéntico! Si lo pusieras frente a Lucas, ni siquiera necesitaría una prueba de paternidad para saber que es su hijo —Valentina hablaba con tanta franqueza que algunos viajeros cercanos voltearon a mirar.
Me sentí completamente ignorada y protesté: —¿Vinieron a recibirme a mí o a este pequeño?
—Por supuesto que a mi ahijado, tú solo vienes de añadidura —bromeó Sofía.
Valent