Capítulo 25
Se detuvo, se giró hacia mí y me lo recordó con humor.

Lo miré tímidamente:

—Usted es un cliente distinguido, y el cliente siempre tiene la razón...

—Pero prefiero ser tratado simplemente como persona.

Su respuesta, otra vez humorística, me hizo sonreír y relajarme un poco:

—De acuerdo, lo tendré en cuenta.

—Gracias por todo, señorita Navarro. Hasta pronto —cada palabra de Lucas transmitía una educación exquisita que resultaba bastante agradable.

Después de despedirse, no olvidó instruir al chofer:

—Alberto, conduzca con cuidado, asegúrese de que la señorita Navarro y su acompañante lleguen seguras.

—Sí, joven.

Lucas me dedicó una sonrisa y una inclinación de cabeza antes de subir al Audi A8 que ya tenía la puerta abierta.

Me sorprendió demasiado. Con todo su poder y estatus, ¿solo usaba un Audi A8?

No era de extrañar que se dijera que los Montero eran discretos y misteriosos.

Bajando la montaña, el auto de Lucas iba delante del nuestro.

Rosa miraba distraída por la ventana, admirando
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